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viernes, 20 de mayo de 2011

ROSTROS DESCONOCIDOS Y MIRADAS ESQUIVAS


       La primera descripción consistente y seria , científicamente hablando, del “autismo infantil” fue en la revista Nervous  Child  hace más de 60 años, después de la cual se han publicado más de diez mil trabajos sobre el tema en revistas internacionales. En esta primera publicación avalada por Leo Kanner se describe  la “imposibilidad de establecer desde el comienzo de la vida conexiones ordinarias con las personas y situaciones”, la “fantástica memoria mecánica”, lo “remarcable del lenguaje cuando se llega a adquirir” y el “deseo ansiosamente obsesivo de conservar una igualdad” como signos y síntomas comunes de las personas aquejadas con esta condición.

      Esa imposibilidad de establecer desde el comienzo de la vida conexiones ordinarias con las personas y situaciones es a la que me referiré en el día de hoy, pues un porciento elevado de las personas con autismo sufren de PROSOPAGNOSIA  o “ceguera a las caras” lo cual es una condición neurológica que impide a quienes la sufren reconocer a la gente por su rostro. ¿Quien no ha pasado por el incomodo momento de no reconocer a quien nos saluda efusivamente y nos pregunta por todos los miembros de la familia?  Entonces pongámonos por un momento en el lugar de una persona que no reconocerá nunca la cara de los que lo rodean. Esta interrupción selectiva de la memoria para con los rostros puede llegar al extremo de que algunos no reconocen ni su propia imagen en fotografías  o  en el espejo, pero su habilidad de reconocer objetos permanece intacta. Otros por el contrario cuando ven al rostro observan una imagen distorsionada, monstruosa o simplemente un objeto conocido. Algunos individuos aprenden a usar estrategias de reconocimiento “rasgo a rasgo” o de caracteres secundarios como el color del pelo, la forma de vestir, la voz o la forma corporal.
     El reconocimiento de caras  individuales es básico para las  relaciones interpersonales y la dinámica de relación social, ya que caracteriza la identidad de una persona y refleja la comunicación de sus emociones. Todo esto habla a favor del porque las personas con la condición de autismo les es muy difícil darse cuenta si la persona frente a él está triste, enfadada o contenta y esto es una de las grandes causas de la inhabilidad social que experimentan.



   Convirtámonos entonces en el lazarillo de estas personitas que en el efímero instante que nos miran a los ojos vemos un horizonte interesante, hermoso e inexplorado,…seamos su brújula.

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